Todos eran Manchester, todos eran París. ¿Y Venezuela?

La hipocresía y el doble rasero de muchos simpatizantes de izquierda se exhiben de manera alarmante en su justificación del fraude y la brutal dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. 


 

 

  Mientras que los atentados en París hace unos años desencadenaron una ola de condenas y solidaridad global, el régimen de Maduro ha sido inexplicablemente minimizado por aquellos que, en teoría, defienden la justicia y los derechos humanos.

 Esta doble moral es una traición flagrante a los principios que supuestamente respaldan y revela una incoherencia profundamente preocupante en la defensa de la democracia y los derechos fundamentales.

 Bajo la dictadura de Maduro, Venezuela ha sido sometida a un estado de terror y miseria. El régimen ha perpetrado un fraude electoral descarado, pisoteando cualquier atisbo de democracia y manipulando los resultados a su favor. 

 La represión de la oposición, la persecución de líderes políticos y la brutalidad policial se han convertido en el pan de cada día para los venezolanos.

 A esto se suma una crisis económica devastadora, que ha dejado al país al borde del colapso, con escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos. A pesar de estas violaciones evidentes de los derechos humanos, ciertos sectores internacionales prefieren mirar hacia otro lado o, peor aún, justificar estos abusos con falacias ideológicas.

  Es aún más preocupante ver que países como Brasil, México, Bolivia y Colombia, que podrían desempeñar un papel crucial en la presión contra el régimen, permanecen inexplicablemente indiferentes ante el sufrimiento del pueblo venezolano. 

 Al mismo tiempo, la dictadura de Maduro encuentra respaldo en regímenes autoritarios como China, Irán y Rusia, que ofrecen apoyo político y económico para perpetuar la opresión. 

 Este alineamiento con gobiernos opresores y el desdén hacia el sufrimiento de millones de venezolanos evidencian una preocupante falta de compromiso con los principios universales de justicia y derechos humanos.

  Es momento de romper el silencio y confrontar esta hipocresía con valentía. La comunidad internacional debe alzar la voz con firmeza contra la dictadura de Maduro, exigiendo el fin de la represión y la restauración de la democracia en Venezuela. 

 No podemos permitir que la falta de principios y la indiferencia de ciertos gobiernos y medios de comunicación continúen justificando el sufrimiento de un pueblo valiente que lucha por su libertad.

 

 Hacemos un llamado urgente a la resistencia civil, tanto dentro como fuera de Venezuela. Es esencial que cada uno de nosotros se una en una causa común para apoyar a los venezolanos en su lucha por la justicia y la democracia. 

 La presión internacional, la solidaridad activa y la denuncia constante de estos abusos son cruciales para derrocar la dictadura y construir un futuro libre y digno para Venezuela. ¡Es hora de actuar con determinación y exigir el fin de la dictadura socialista de Maduro!

 









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