Dar a tu hijo lo que necesita no lo malcriará
Es probable que todos los padres del mundo hayan escuchado la frase: "Si le das al niño todo lo que quiere, lo malcriarás". Cualquier gesto es una buena excusa para criticar a los padres: si le compras algo que le gusta, si le llevas en brazos, si le dedicas mucha atención.
Estas personas afirman que dar a los niños todo lo que necesitan acarrea terribles consecuencias en el futuro, ya que se convertirán en personas narcisistas y tiránicas.
Sin embargo, lo cierto es que proporcionar a tu hijo todo lo que necesita, tanto desde el punto material como emocional, no significa necesariamente malcriarlo. Satisfacer las necesidades de sus hijos es el deber de los padres.
Todo padre tiene el deber de satisfacer las necesidades de sus hijos. Cuando los bebés nacen, dependen completamente de sus padres, no solo para alimentarse sino también para sentirse seguros.
De hecho, la capacidad de los padres para satisfacer rápidamente las necesidades de sus bebés se ha relacionado con el tipo de apego que estos desarrollarán.
Si tu bebé llora y lo tranquilizas o tiene hambre y lo alimentas, es más probable que desarrolle un apego seguro, de manera que cuando crezca se convertirá en un adolescente o adulto seguro de sí mismo que mantiene relaciones interpersonales satisfactorias.
Al contrario, la negligencia emocional, que se manifiesta cuando los padres hacen oídos sordos a las necesidades infantiles, genera un tipo de apego inseguro.
Cuando tu hijo crezca, seguirá necesitándote: necesita los abrazos, mimos y besos, ya que ese cariño nutre su autoestima. Demostrarle a tu hijo cuánto lo amas no lo convertirá en un manipulador. El amor nunca malcría, lo que hace daño es la sobreprotección. El amor no malcría; lo que daña es educar sin límites.
El problema comienza cuando los padres no son capaces de disciplinar con amor y no establecen límites. En realidad, todos los niños necesitan límites y reglas claras, ya que estos les ayudan a darle un sentido a su mundo, un mundo que apenas están descubriendo y que a menudo puede parecer caótico y atemorizante.
Los límites y las reglas confieren cierto orden, además de mantenerlos seguros. Tu hijo debe saber que le amas incondicionalmente, pero que existen ciertos límites que tiene que respetar. También debe saber que, a pesar de que le quieres mucho, reprobarás sus malos comportamientos.
Además, es importante que no satisfagas todos sus caprichos. Hay que saber diferenciar entre las necesidades reales y los deseos. De hecho, se trata de una lección de vida que los niños deben aprender desde temprano para que cuando crezcan no se conviertan en esclavos del consumismo.
Tu hijo necesita zapatos y ropa para ir al cole, pero no necesita ropa de marca. Tampoco necesita el último videojuego que acaba de salir a la venta ni una mochila con el personaje de los dibujos animados de moda.
Transmítele el verdadero valor de las cosas, que no se mide únicamente por su precio sino por el esfuerzo que has tenido que hacer para comprarlo y las horas de trabajo que se encuentran detrás. De esta manera aprenderá a valorar más lo que tiene y a cuidar sus pertenencias.
Postergar algunos de sus deseos también le ayudará a desarrollar el autocontrol, una cualidad que se ha vinculado con el éxito posterior en la vida.
Un experimento psicológico clásico llevado a cabo en la Universidad de Stanford a finales de la década de 1960 desveló que los niños que a los cuatro años ya son capaces de postergar las recompensas inmediatas para alcanzar una meta mayor, obtienen mejores calificaciones y al llegar a la adolescencia son más independientes, seguros y desarrollan una mayor tolerancia al fracaso.