El método de crianza japonesa que todos los niños del mundo necesitan

 Existen algunos métodos de crianza en Japón son los pilares esenciales para formar esa sociedad ejemplar y que los niños puedan crecer siendo sanos y que se priorices tanto su bienestar emocional como potenciando al máximo sus capacidades intelectuales y también físicas.





 

  Aunque los niños de Japón no son ni más ni menos amados que los niños de los países occidentales, existen ciertas diferencias en su educación que pronto marcan los notorios beneficios en la sociedad japonesa.  


  Si tenemos en cuenta el pensamiento del filósofo chino Confucio, los primeros siete años de vida de toda persona son un período de inocencia. Según el célebre pensador, los niños aún no tienen suficientes capacidades para usar sus mentes plenamente durante este momento.

Método de crianza japonesa que deberíamos imitar


  Es así que durante este estadio de su vida todos los niños deberían ser simplemente ser mimados como reyezuelos y educados con mucha paciencia, ese es su punto de partida para la vida. Y toda esta comprensión es la que da forma a la educación en casi toda Asia, pero especialmente en Japón, aún al día de hoy. 

 

 Los japoneses no tratan a sus niños como si fueran adultos pequeños adultos, sino que al contrario, como personas inmaduras que aún dependen por completo de su entorno.

 

 Los occidentales suelen sorprenderse cuando viajan por Japón y encuentran que los niños japoneses son notablemente tranquilos, se adaptan bien y tienen muy buen temperamento, y como si fuera poco, rara vez lloriquean o llaman la atención con actitudes rebeldes.


 A simple vista, los pequeños japoneses parecen comportarse mucho mejor que los niños de occidente.

  Los investigadores sociales solían creer que estas diferencias de comportamiento se debían a una predisposición de los genes, sin embargo hoy sabemos que se debe fundamentalmente a las altas expectativas que la sociedad japonesa tiene de todos sus miembros. 


 Y esto es algo que tienen muy en cuenta los padres cuando educan a sus hijos, y las siguientes reglas que aplican lo demuestran de modo impresionante.

Satisfacen las principales necesidades del niño


 Existe un curioso dicho en Japón que dice: «Para un niño nunca hay hambre». En un sentido figurado, eso se respeta también en casi todos los sentidos para cualquier adolescente japonés. Esto significa que los adultos velan constantemente para que ninguna necesidad básica de los pequeños esté insatisfecha.


 Mientras que las hogares japoneses suelen construirse de un modo muy abierto y flexible, y por esta razón no cuentan con una separación espacial entre padres e hijos, y esto les permite siempre estar pendientes y al tanto de cualquier necesidad de los niños.

Beneficios de la educación impartida en Japón


  Aunque en occidente pueda parecer extraño y contraproducente, en Japón es común que las familias vivan como una unidad, sin separarse nunca demasiado. Las familias duermen, viven y comen en la misma habitación. Por supuesto, para tener privacidad se instalan paredes móviles hechas de papel. 

  Los niños duermen cerca de su madre, y siempre el más pequeño justo en la colchoneta de al lado. De ese modo la madre siempre tendrá a su alcance y cerca al niño cuando este la necesite.


 El hogar siempre esta abierto y pendiente de cumplir los deseos y necesidades de los más pequeños, quienes pueden dar por descontada la atención irrestricta de sus padres. 


  Ellos ni siquiera necesitan competir por la atención o el afecto de sus padres, y es esa una de las razones por la cuál  los niños japoneses siempre parecen  tan tranquilos y equilibrados.

Los niños no son ninguna molestia ni una carga para sus padres


 En occidente los padres suelen dejarse vencer por las distracciones cotidianas y vemos esto muy a menudo en sus miradas desconcertadas cuando sus hijos gritan y no hay manera de hacer que se calmen.


  Tristemente en occidente el número de hoteles, restaurantes y otras zonas libres de niños está en aumento, en Japón los niños nunca son vistos como una molestia en los espacios públicos y mucho menos dentro de la familia.

 Ningún comensal de un restaurante en Japón pondría los ojos en blanco si los niños hacen ruido a su lado. 


  Ese comportamiento simplemente se ignora con cortesía y se demuestra paciencia y una educada tolerancia. La presencia de los niños es expresamente deseada, y su comportamiento infantil no solo es entendido y aprobado sino que también se lo respeta como tal.

Los niños pueden estar en todas partes


  Mantener la armonía y el sentimiento de comunidad son aspectos realmente importantes en Japón, en especial teniendo en cuanta todas las lecciones que el país ha aprendido de su pasado recienten y ancestral.


 La necesidad de que exista una buena cohesión familiar y social es una cuestión primordial para sobreponerse en tiempos de guerra. 

  Esta manera de ver la realidad también se refleja en la crianza de los niños japoneses. Para asegurarse de que la comunidad se fortalezca y se mantenga, los niños participan en todas las actividades desde que son muy pequeños.      

 Esto se observa puntualmente en casi todas las festividades y ceremoniales y además en sus estrictos rituales. Estas también abarcan las visitas regulares a la familia, sean visitas de felicitación o condolencia y los consejos familiares.

 

  Desde que son aun pequeños, los niños aprenden la importancia de ser un miembro digno de su familia, manteniendo el honor y el buen nombre dentro de sus tradiciones.   

Los castigos son no son una opción


 Sin embargo, cuando un niño japonés tiene un mal comportamiento, sus padres le demuestran una paciencia inagotable hasta restablecer el orden. 


 Los japoneses cuentan historias tradicionales para enseñarles a los más pequeños de una manera entretenida los valores de la familia y cuáles son los comportamientos que se esperan de ellos. 

  Esto es muy eficaz cuando las historias tratan de los espíritus malignos que siempre castigan el mal en la literatura japonesa. 


 Los arranques de ira, las tundas o los castigos a los niños son algo muy poco común en Japón. Dentro de la sociedad japonesa, los arrebatos emocionales son una demostración de inmadurez y un acto humillante para quien lo protagoniza, por lo que están muy mal vistos.       

Orientación y seguridad


  Las expectativas que padres japoneses tienen en sus hijos, y en general las que tiene toda la sociedad en ellos se aplican tanto dentro como fuera del hogar. Ser exigentes en su educación y lo que se espera de ellos hace que respeten las reglas y tengan siempre una sana educación y comportamiento. 


 Pero es sencillo para ellos porque las mismas reglas se aplican en todas partes, lo que limita la libertad personal para expresarse, pero por otra parte les garantiza orientación y seguridad.








Fuente: Vida lúcida

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