Así crían en Dinamarca a los niños más felices del mundo
Desde la década de 1970 Dinamarca ha sorprendido al mundo al destacarse como uno de los países más felices del mundo.
Según los expertos, esto que parece tan simple y evidente, requiere de una gran capacidad de los padres de educar a sus hijos para que sepan relacionarse con sus sentimientos, sentirse seguros y siempre ver el lado positivo de las cosas y la vida.
En su popular libro "Cómo criar niños felices", las autoras Iben D. Sandahl y Jessica J. Alexander explican que si bien no hay un secreto del éxito ni la felicidad, sí existen algunas pautas que siguen los padres daneses para que sus hijos tengan una infancia feliz.
Y para ello su primera recomendación es cambiar esos viejos hábitos de crianza e imitar el estilo danés y su modo de ver la vida y que así los niños crezcan con mayor tolerancia al fracaso y una autoestima alta.
La crianza según el método danés
Su método se basa en distintas técnicas, que las especialistas definieron con el acrónimo "E.D.U.C.A.R.", y esto es lo que significa:
Enseñarles a jugar:
El pilar fundamental de toda esta técnica se centra en lo que los daneses llaman "hygge". Y aunque esta palabra no tiene una traducción exacta al castellano, este concepto clave para criar niños felices es similar a lo que conocemos por Apapacho.
Equivale a hacer que el hogar sea el mejor lugar del mundo para jugar, donde los niños pueden jugar y divertirse con sus padres, se trata de pasar tiempo de calidad con ellos y dedicarles toda tu atención.
Las autoras explican que tener un ambiente así, pleno de cariño y confianza, es uno de los secretos de los daneses para criar niños que serán adultos plenos y exitosos, serán más resilientes y su autoestima se fortalece cuando se les dedica la atención de sus padres.
La clave es dejar que los mismos niños busquen soluciones a los problemas que puedan surgir y no ayudarlos de inmediato, se les da su tiempo y espacio para resolver los posibles conflictos por tener que, por ejemplo, compartir un juguete.
Definir la autenticidad:
Este paso se refiere a que los padres deben motivar a que sus hijos identifiquen y aprendan a aceptar y gestionar sus propios sentimientos.
Las autoras afirman que los daneses no hacen comparaciones entre sus hijos ni con otros niños, y que siempre valoran los esfuerzos más allá del resultado obtenido, pero evitan los elogios injustificados y automáticos, pues de hacerlo así perderían todo su sentido.
Es mejor ayudar a que os niños intenten una y otra vez una actividad hasta mejorar en ella, que hacerles sentir que son expertos a la primera, porque esto los desmotivaría a superarse.
Usar las definiciones para mejorar:
Esto es poder apreciar las cosas desde distintas perspectivas, es decir, ante un problema, redefinir la situación centrándose en lo positivo de cada situación. Esto en el futuro le dará herramientas a tu hijo para que pueda encarar las dificultades de un modo original y positivo.
Por ejemplo, si llueve y no pueden salir a jugar al jardín, mostrarle todas las opciones que hay para divertirse dentro del hogar, o aprovechar la oportunidad para leer juntos o inventar cuentos, cocinar juntos o cualquier otra actividad que refuerce su conexión y que les enseñe a ver cada dificultad como una oportunidad más que como un problema.
Crear empatía:
El jugar con los niños será de gran importancia para que al crecer sepan cómo construir vínculos sanos y afectuosos con las demás personas.
Al dedicarles nuestro tiempo verán cuánto nos importan y los valoramos, pero también es importante no sobreprotegerlos y darles su propio espacio para que se desarrollen. Se trata de mantener un equilibrio sano entre dedicarles suficiente atención y respetar sus tiempos y espacios.
Aprender a no dar ultimátums:
Las autoras explican que apelar a ultimátums provoca una situación donde hay un ganador y un perdedor, y hace que un desacuerdo se convierta en una lucha de poder. La mejor solución es apelar a la empatía y mutua comprensión.
Cuando los padres pierden la paciencia se desvirtúa la imagen que tienen de ellos sus hijos. Antes que caer en amenazas y ultimátums, es preferible enseñarles a ser respetuosos demostrando respeto y buscar el modo de dialogar y encontrar una solución mediada por la empatía.
Reforzar la unión con el hygge:
Finalmente y para reforzar estos lazos con los hijos en un ambiente cariñoso, las autoras dan un listado de pautas para atender este punto:
1. Fijar una hora y lugar para jugar. Que estén estos límites motiva a que tanto los padres como los hijos estén presentes en cuerpo y mente dedicando toda su atención al momento.
2. Encender velas. Para los daneses esto es parte esencial del ambiente hogareño, las velas acompañan al momento de hygge y además generan una atmósfera de cercanía y serenidad.
3. Apagar todos los aparatos electrónicos. Se debe dejar de lado los teléfonos, la televisión y computadoras, sí se puede acompañar con una música tranquila, pero este será el momento de las personas y no de los aparatos.
4. Las preocupaciones quedan afuera. El hygge es el tiempo de la familia, los problemas y angustias deben dejarse de lado y esperar hasta más tarde.
5. También es un momento para ser positivos, estar agradecidos de la familia y del lugar que ocupa cada uno, es el mejor modo de participar y sentir ese amor familiar.
Jugar, cantar, cocinar, todo esto se disfrutará mucho más si solo nos concentramos en el momento.
Estas actividades han dado a los daneses la fama bien merecida de ser de las personas más felices del mundo, y todo lo consiguen con algo tan simple como dedicar tiempo de calidad a la familia y el desarrollo emocional de los niños en su hogar.
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Fuente: Clarín