Dime cómo ejerces tu autoridad y te diré cómo serán tus hijos

Tiempo atrás se creía que crear a los niños con “mano dura” era la mejor y única forma de que los hijos respetaran a sus padres. Hoy esos niños son padres y en cambio están educando a sus hijos sin ponerles ningún tipo de límites. 




  Las consecuencias en las escuelas por la evidente falta de autoridad de los padres al criar a sus hijos están multiplicándose en forma de quejas, sanciones y bajos rendimientos escolares. 

  Resulta como si los padres temieran ejercer esa autoridad y los hijos ni siquiera la reconocen. En este punto cada vez hay más padres maltratados por hijos dictatoriales.


  Y ambos estilos del autoritarismo o el vale todo, provocan grandes problemas, lo que debemos buscar es el punto medio, es decir, disciplinar con amor.

 

La autoridad en la educación de los hijos


  Tener normas resulta muy importante para asumir responsabilidades y evitar arbitrariedades, además de dar cierta estabilidad a la familia. Y son los padres quienes deben dar y hacer cumplir estas normas. Sin embargo algunos no lo hacen por dejadez, ya que hacer respetar estos  límites les exige un esfuerzo importante.


  Es normal que los niños sean en ocasiones un tanto caprichosos, y es por esto que se les debe hacer entender que no pueden tener o hacer todo lo que quieran en cualquier momento. 

  Tienen que saber que las cosas hay que ganárselas y merecerlas con esfuerzo y que incluso muchas veces pueden no llegar a pesar de todo. Y ante todo deben aceptar las normas y lo que se les dice, por eso es importante que entiendan las explicaciones.

   Si los niños son más grandes, entonces se puede dialogar sobre las normas, si bien habrá algunas que no se pueden negociar. Los padres deben ser quienes marquen el ritmo de la familia ya que ellos son los responsables por ella. ellos son los adultos, y si los niños quieren hacerlo de otra forma, antes deben ser adultos responsables que puedan responder por sí mismos.   

  Desde luego, fijar y ejercer la autoridad genera conflictos, porque los niños aún no tienen criterio propio, y es que lógicamente, solo quieren hacer las cosas porque les gusta, no por obligación.


  Los límites los molestan y causan rabietas, entonces algunos padres, cansados por el agotador día en el trabajo, acceden a sus caprichos. Pero es justo esto lo que no se debe hacer para mantener la autoridad.     

La permisividad y sus graves consecuencias


   Si no hay un modelo de autoridad claro, esto tendrá consecuencias negativas en el futuro del niño, tendrán una personalidad ansiosa e insegura. Si los padres no fijan y hacen respetar los límites, el niño estará en un territorio incierto sin saber a qué aferrarse, aun para cuestionarlo. 

 

  Y aunque estos padres lo hagan con buenas intenciones, no poner límites a los niños es un gran error. Se los quiere consentir y no se les exige responsabilidad para que no sufran las angustias que pasaron ellos.


  Los dejan hacer lo que quieran, pero lo que aprenden los niños de este modo es un ejemplo muy equivocado de la libertad, que crea niños prejuiciosos, caprichosos e inseguros.   


  Y cuando esos niños crezcan serán adultos sin herramientas para enfrentar la realidad y los límites que esta les imponga con mucha más severidad de lo que pudieron haber hecho sus padres.

  Les será difícil encontrar la fortaleza para manejar esto porque nunca lo habrán hecho, y se sentirán desanimados y limitados sin saber gestionar estos sentimientos cuando las cosas no salen como ellos quieren.

La autoridad se sustenta con el afecto y la cercanía  


  La autoridad sin cercanía, diálogo y afecto tampoco es una estrategia adecuada para educar a los niños. Si los padres solo están en la vida de los niños para dar órdenes y exigencias, ese será un poder que los someta, no que los eduque. 

 

  Es por eso que resulta tan importante que los padres pasen tiempo de calidad con sus hijos. Momentos solo para ellos para hablar y jugar y fortalecer la familia. si el niño se siente seguro con padres amorosos, aceptará con mayor facilidad su autoridad sin que esto sea arbitrario o conflictivo.

  La educación y la autoridad no son un ejercicio forzoso, si no más bien una orientación en la vida por el mejor camino posible. 

     Aquellos hijos que crezcan sin la autoridad y los límites de sus padres no conocerán autoridad ni límites cuando crezcan. Siempre creerán que tienen razón en todo y de los demás solo buscarán cumplir sus caprichos. 


No conocerán responsabilidades ni sabrán manejar los problemas que surjan, y tarde o temprano esto les traerá problemas reales que los superen, solo porque de niños no supieron ponerles esos límites que eran lo mejor para ellos.

Fuente: La mente es maravillosa

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