La soledad emocional es la que más duele

La soledad emocional genera angustia y sufrimiento psicológico. Es sentirnos vacíos a pesar de tener pareja, sobre todo al percibir que no hay apoyo, validación ni reciprocidad.

 


  Aunque nos pueda dar un poco de miedo al principio, al estar solos podremos aprender muchas cosas de nosotros mismos, apostar por nuestro bienestar y crecer como personas

  Aún así, la soledad emocional puede ser devastadora. Al fin y al cabo, como bien sabemos, uno puede estar acompañado pero sentirse profundamente solo al no experimentar aprecio, atención, reciprocidad y esa conexión auténtica que genera calma y bienestar.

  Todos necesitamos de ese apoyo honesto y significativo con el que sentirnos parte de algo o de ese alguien al que amamos.


 Cuando el amor, ya sea a nivel de pareja, amistad o entre padres e hijos, se sustituye por dolor, todo cambia.

 Cuando se experimenta la soledad no deseada la persona siente un miedo profundo y le invade la sensación de que su vida no es importante. En los momentos de soledad existe mucho tiempo para reflexionar y a veces las respuestas que podemos hallar no son del todo positivas.


  El que alguien nos deje físicamente o retire su afecto sobre nosotros es algo irremplazable, pero no irreparable. Todos podemos y debemos reparar ese espacio herido llenándolo de amor propio y a su vez, iniciando nuevas conductas.


La soledad emocional, el vacío no buscado


  La soledad está mal vista. Muchas veces se considera de fracasados. Sin embargo, a veces no nos queda otra que experimentarla, sobre todo cuando hemos pasado por una mala racha.

  Podemos tener familia y sentirnos solos. Podemos tener pareja y sentirnos irremediablemente solos. Porque la soledad social no elegida es dolorosa y hasta perjudicial, pero la soledad emocional es igual de dañina.

  Afrontar y manejar la soledad emocional puede ser más complicado que trabajar la soledad social.


 No estamos hablando de aislamiento, a veces, ni tan solo tenemos a una persona con dificultades en cuanto a sus habilidades sociales. Se trata de un tipo de realidad psicológica más profunda y delicada.
 
 En estos casos es muy conveniente contar con la ayuda de un profesional. Tras dichos estados se enmascara a menudo algún proceso depresivo que es necesario atender.

 No basta con recomendarle a la persona aquello de «sal y haz amigos». Es necesario profundizar, trabajar, re-enfocar, conferir alivio, apoyo y ser capaces de generar cambios.


  Sentirse bien en soledad


  La soledad no siempre es un estado dañino, existen personas que la buscan como una valiosa consejera para tomar sus decisiones más importantes. En este caso se trata de la soledad deseada por lo que este estado no se relaciona con la tristeza sino que es una elección personal.

  A veces la vida te invita a estar solo para que puedas frenar, escuchar tu interior y saber hacia dónde debes dirigirte ahora.

  En ocasiones, nos perdemos por el camino, empezamos a ser infelices y el sufrimiento se hace muy presente en nuestro día a día. Esto, a la larga, no desaparece y llega un momento en el que no podemos más.


  Por otro lado, tal y como nos revela un estudio llevado a cabo en el Centro de Neurociencia Cognitiva y Social, Universidad de Chicago las personas necesitamos entornos sociales seguros para experimentar bienestar. Por tanto, la inversión de recursos para rodearnos de personas que nos ofrezcan seguridad y confianza siempre nos dará réditos.
 
  Los periodos de soledad nos sirven para dar un paso atrás, mirar nuestra vida en restrospectiva y planear el futuro.


  Estar solos, sin darles explicaciones a nadie, simplemente disfrutando de aquellas cosas que más nos apetecen lejos de las obligaciones cotidianas puede ser altamente terapéutico y es un ejercicio al que deberíamos someternos más a menudo, sobre todo si llevamos profesiones altamente estresantes.
 

Por eso, experimentar la soledad es una excelente oportunidad para conectar de nuevo con nosotros mismos, para volver a escucharnos y descubrir cómo mejorar nuestra existencia.


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