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Algunas decepciones te hacen abrir los ojos y cerrar el corazón
Si hay algo que puedes dar por sentado en la vida, es que tarde o temprano te sentirás decepcionado. Alexander Pope dijo: “Bienaventurado el que no espera nada, porque nunca se decepcionará”.
Pero como es extremadamente difícil no tener expectativas, tarde o temprano la decepción también llamará a tu puerta.
La decepción es una forma de tristeza, que a menudo se experimenta como un sentimiento de pérdida. Es una brecha dolorosa entre nuestras expectativas y la realidad.
Hay tantas decepciones como esperanzas y expectativas, aunque las que más lastiman son las que provienen de personas cercanas e importantes.
Decepción: Encontrar el lado positivo
Por lo general, vemos la decepción desde una perspectiva negativa, y es comprensible, ya que cuando nos sentimos decepcionados observamos la vida a través de lentes oscuros. Pero la decepción también puede ser una maestra si sabemos como sacarle provecho (aunque parezca imposible).
Incluso si nos hace sufrir, nos brinda información valiosa sobre las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, y lo que, en nuestra opinión, nos haría verdaderamente felices. La decepción puede ayudarnos a abrir los ojos.
Entonces, la próxima vez que te sientas decepcionado, en lugar de quedarte atrapado en ese estado, piensa en lo que puedes aprender de la situación.
La elección de palabras de alguien no te define como persona
Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.
- Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
- Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, «no encajamos con sus mundos».
- Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.
- Lo complejo de las decepciones es que, en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativas. Por tanto, es normal sufrirlas.
- Ahora bien, ese sufrimiento debe se puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.
- Es esencial «desactivar» toda emoción negativa de su recuerdo para poder avanzar.
¿Cómo usar la decepción para abrir los ojos?
Solemos ver la decepción desde una perspectiva negativa, lo cual es comprensible ya que cuando nos sentimos desilusionados vemos la vida a través de un prisma gris.
Sin embargo, la decepción también puede convertirse en una maestra de vida. Aunque puede ser desagradable, la decepción nos brinda una información valiosa sobre las creencias que alimentamos sobre nosotros mismos, las otras personas y lo que nos haría verdaderamente felices. La decepción puede ayudarnos a abrir los ojos.
Por tanto, la próxima vez que sufras una decepción, en vez de quedarte atascado en ese estado, piensa en lo que puedes aprender de esa situación. Plantéate estas preguntas:
¿Crees que solo una cosa puede hacerte feliz o satisfacerte?
A veces nos obsesionamos con una cosa, creemos que solo si tenemos eso podremos ser felices o sentirnos satisfechos y, si no lo alcanzamos, nos sentimos decepcionados y caemos en la tristeza más profunda.
Sin embargo, si supeditamos nuestra felicidad o satisfacción a una sola cosa, tendremos un grave problema. Si no somos felices con lo que tenemos, es probable que tampoco lo seamos con lo que alcancemos, simplemente porque la felicidad es un estado interior.
¿Crees que solo una persona puede cumplir tus deseos?
A veces pensamos que cuando encontremos a nuestra media naranja, las estrellas se alinerarán y viviremos felices para siempre.
Buscamos en esa persona una serie de características y nos formamos expectativas muy elevadas, por lo que cuando chocamos con la realidad, terminamos decepcionados. ¿Quizá estás esperando demasiado de la otra persona?
¿Quizá albergas expectativas que esa persona no puede satisfacer? Recuerda que la verdadera satisfacción debe partir de ti, no depender de alguien más.
No pienses que los demás deberían interesarse por ti, ayudarte o comprometerse contigo. En su lugar, pregúntate qué puedes hacer por esas personas.
¿Estableces un límite de tiempo para obtener lo que quieres?
Nuestras expectativas están influenciadas por las normas sociales. Sin darnos cuenta, seguimos reglas implícitas que indican cuándo debemos cumplir determinados objetivos.
Como resultado, ponemos nuestros objetivos en una línea de tiempo y si no los conseguimos, sentimos que hemos fracasado. Encontrar a la media naranja, terminar la carrera, tener éxito profesionalmente…
En su lugar, debemos comprender que todos somos únicos y que seguimos un ritmo diferente. Compararnos y apresurarnos solo conducirá a la decepción y a que malinterpretemos las señales de la vida, que a veces no nos dice “no”, sino tan solo “espera”.
¿Crees que solo existe una manera correcta de hacer las cosas?
Aunque hayamos proyectado hasta el más mínimo detalle, la vida siempre se encarga de inyectar una dosis de caos.
Pensar que existe un único camino para lograr tus objetivos o que solo hay una manera correcta y adecuada de hacer las cosas nos conducirá, inevitablemente, a la decepción.
Está bien tener un guión, pero no debemos olvidar que siempre hay espacio para la improvisación. Si la vida no funciona según nuestros planes, significa que debemos cambiar, adaptarnos a las nuevas circunstancias y elaborar un plan nuevo. Llorar sobre la leche derramada no servirá de nada.
De hecho, Abraham Maslow descubrió que las personas autorrealizadas tienen la extraña habilidad de distinguir entre los medios y los fines; es decir, tienen la vista fija en sus metas manteniéndose abiertas a las diversas oportunidades que pueden surgir. Son conscientes de que existen diferentes formas de llegar.
No uses la decepción como un ladrillo para construir muros emocionales
Debemos ser particularmente cuidadosos con la decepción porque puede convertirse en el ladrillo con el que construimos muros emocionales.
Cuando una decepción ha sido particularmente grande o hemos acumulado tantas pequeñas decepciones, podemos sentirnos tan engañados y traicionados que decidimos construir un muro a nuestro alrededor.
Es cierto que éste nos protege de futuras decepciones, especialmente en las relaciones amorosas, pero también nos impide volver a darnos una oportunidad, para amar y vibrar, para lograr lo que sea que nos propongamos. Por lo tanto, debemos asegurarnos de tratar la herida emocional y no estancarnos en la decepción.
Debemos usar las decepciones como oportunidades para aprender y crecer, no como excusas para encerrarnos en nuestro mundo.
Fuente: Mente asombrosa / Rincón de la psicología / Mejor con salud