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Isabel Allende
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Amar es cuidar: es así de simple y así de profundo
Conocemos a la perfección la teoría, sabemos que hay que conquistar cada día o que debemos mantener la atención sobre nuestra pareja o la persona a la que queremos.
Amar es cuidar. Es tan simple como eso. No existe amor que descuide o que ama. Es más, no hay nada más característico de un enamorado que cuidar a su pareja.
Eso significa atender siempre a los pequeños detalles. Valorar nuestra pareja y hacer que se sienta especial, que escuchamos lo que dice y que la amamos.
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Quizás parezca demasiado obvio, pero lamentablemente el cuidado por la otra persona es de lo primero que solemos olvidarnos.
A pesar de esto, cuando hay que llevar el cuidado a lo cotidiano y mantenerlo todos los días a pesar de las rutinas, muchas veces caemos en el desinterés.
Así terminamos por lastimar nuestra relación teniendo actitudes indiferentes o postergando esos pequeños detalles que son la sal de la vida y que mantienen viva toda relación.
Amar es cuidar. Y para eso se debe regar todos los días ese amor. De otro modo se marchitará y acabará por morir por culpa de la pereza y haber postergado tantas veces esos detalles que le darían más vida.
El amor dura tanto como lo cuides y siempre lo cuidas tanto como lo quieras
Hay veces en que hacemos con el amor lo mismo que hace un niño con un juguete. Ignoramos lo que tenemos, pero si lo perdemos lloramos por ya no tenerlo.
Es bien conocida la frase que dice que no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos.
Debemos recordar cuidar nuestras relaciones, de otro modo nos arriesgamos a que se pierda la ilusión y el interés en mantener el afecto de ese vínculo que tanto damos por sentado.
Eso que nos da felicidad lo creemos seguro. Llegamos a creer que nuestra pareja y todos los que nos rodean están obligados a esperarnos, comprendernos y aguantarnos siempre.
Pero la verdad es muy distinta. Muchas veces toleramos demasiado hasta que nuestras propias necesidades están en riesgo.
Es así como nos resignamos y sometemos y acabamos por caer en círculos viciosos muy poco sanos que degradan esos buenos sentimientos que debíamos cuidar.
Y finalmente descubres que lo pequeño era lo más importante. Las conversaciones hasta altas horas.
Las sonrisas cómplices, las pequeñas torpezas que despertaban carcajadas, esos poemas que emocionaban.
Los libros y películas que a nadie le gustaron pero entre ustedes eran un clásico favorito. Un pequeño regalo o una flor, un café por la mañana.
Eso es lo verdaderamente valioso, las cosas más diminutas que nos regalan emociones enormes.
Las excusas de la dejadez
Cuando no hay interés, nos damos excusas a nosotros mismos por nuestro poco tiempo, pero dejar nuestra relación en inercia y plagada de hábitos y rutinas repetitivas es una trampa de la que no siempre se puede salir. No es que sean negativas necesariamente, pero si absolutamente todo es rutina, tarde o temprano la relación se destruirá.
¿Y cómo es que olvidamos cuidar a quienes amamos? Simple, no cultivando esas sonrisas a diario, mirando a otro sitio y no ver la reciprocidad.
Esto termina por opacar esa luz que el amor nos daba y todo se torna superficial. Así olvidamos poco a poco que, amar es cuidar.
Entonces se termina lo que cultivaba eso especial. Ya no nos sentirnos amados y nuestra relación comienza despedazarse.
Así, si no se demuestra interés y la gratitud por nuestra relación, poco a poco se generan dudas en la pareja y la unión acaba por quebrarse.
No hay amor eternos, hay amor bien cuidado
No existe una receta universal que garantice que un amor perdure. Pero sí podemos esforzarnos en por lo menos no dejar que sea la dejadez lo que la destruya.
Y es que no hay amores eternos por sí mismos, amar es cuidar y si queremos que nuestro amor perdure debemos cuidarlo todos los días. De ese modo los pilares de nuestra relación perdurarán. Debemos entender a nuestra pareja como un equipo, tener admiración mutua y respeto.
Conocer y aprender del otro es la llave para enfrentar todo tipo de dificultades buscando soluciones en conjunto. No solo a los problemas sino también a los desencuentros inevitables en toda pareja.
Se trata de trabajar para comprendernos, cuidarnos y aceptarnos.
Y es que al fin y al cabo, amar es cuidar, algo tan simple y profundo como eso.
Fuente: La mente es maravillosa