Un abrazo en el momento indicado, no tiene precio

Un abrazo de una persona querida nos llena de fuerzas y ayuda a que liberaremos oxitocina y nos sintamos mejor en el momento, no importa si damos el abrazo o lo recibimos.

 



   No existe nada que reconforte más que un abrazo. Y es que estos gestos nos sanan, serenan nuestras preocupaciones y apagan esos temores que nos hacen vulnerables, y sentirnos extraños a nuestra propia personalidad.

 Nuestro cerebro, aunque resulte algo extraño, está programado para conectarnos con otras personas y establecer vínculos que nos ayuden a sobrevivir, validarnos como personas capaces, seguras y dignos de recibir y dar felicidad.


  Y es que si esas caricias emocionales no ocurren en nuestros contextos cotidianos, si nadie nos toca con afecto, nos abraza o simplemente nos dice aquello de “estoy aquí para lo que necesites, contigo, te tengo presente y te quiero” algo en nosotros se apaga muy poco a poco.

  Por su parte la neurociencia ha revelado investigaciones que nos explican que ningún niño se desarrolla de forma sana y óptima si no es nutrido a diario con muestras de afecto, si no se consuela cuando está triste y si no se siente protegido y amado.


  
  Y mientras crecemos, solemos vestimos con una especie de armadura emocional para convencemos a nosotros mismos de que somos invulnerables y muy fuertes, de que podemos hacerle frente a cualquier cosa y que nada nos afecta.

  Sin embargo la realidad es totalmente diferente, y es que nuestras emociones siguen siendo las mismas de cuando éramos niños y siguen teniendo las mismas necesidades. De hecho todos necesitamos sentirnos queridos y con la certeza de que no vamos a ser abandonados.

  Y aunque los abrazos no resolverán los grandes problemas del mundo, bien pueden ser la respuesta que necesitamos en nuestros momentos más vulnerables.



Cuando nos abrazamos cerramos los ojos por una razón muy especial


  Alcanza con una simple caricia, un abrazo o un roce de una persona querida para que de inmediato se libere un neuropéptido muy particular que también cumple la función de una hormona: la oxitocina.

  Se trata de un compuesto "mágico" que funciona como el pegamento con el que se unen las almas, es el catalizador del amor que existe entre la madre y su hijo, entre las parejas que se aman y también entre los amigos que se aprecian ayudan.


  Incluso entre los animales ocurre algo similar, pues disponen del mismo neurotransmisor que gestiona esos lazos entre las manadas y sociedades de una especie determinada.

  La oxitocina moviliza al cerebro y nos motiva a ser más amables y compasivos. Además posee la granes cualidades y se relaciona con las emociones y sentimientos que nos permiten hablar en un idioma que no necesita de palabras.


  Una curiosidad es que esas emociones que nos tocan muy profundo y nos dan seguridad, son las que hacen que, como de seguro alguna vez te llamó la atención, cuando nos besamos o abrazamos siempre lo hagamos con los ojos cerrados.


Fuente: Mejor con salud
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