Psicología
REFLEXIONES
Agotamiento psicológico: A veces no se cae por debilidad, sino por haber sido demasiado fuertes
A veces nos derrumbamos por haber sido demasiado fuertes, por haber soportado demasiado, por haber estado disponibles durante demasiado tiempo, por haber asumido demasiadas responsabilidades… Cuando hay muchos “demasiados” en nuestra vida, es normal que suframos un profundo agotamiento psicológico.
El agotamiento psicológico suele ser un proceso lento, se va acumulando gota a gota sin darnos cuenta. El problema es que termina “estallando”, a menudo por situaciones sin importancia a las que en otras circunstancias ni siquiera les hubiéramos prestado atención.
La gota que colma el vaso puede ser absolutamente cualquier cosa que nos ponga frente a frente con la imposibilidad de seguir adelante. Entonces nos desplomamos, literal o metafóricamente.
¿Qué es el agotamiento psicológico y cuáles son sus causas?
El agotamiento psicológico es un estado de extremo cansancio mental y emocional, que a menudo también se acompaña de la sensación de falta de fuerza física. Ese estado de desgaste extremo está provocado por un desbordamiento de los recursos emocionales y/o cognitivos.
En otras palabras: no damos más de nosotros. A menudo se experimenta como una especie de inercia física y mental, una sensación de “pesadez” que envuelve el día a día.
Las causas del agotamiento psicológico son variadas, aunque en muchos casos se aprecia una constante: dar demasiado y recibir muy poco.
El agotamiento psicológico aparece como resultado de una entrega constante y hasta desmesurada, ya sea en al trabajo, a los demás, a un proyecto que nos apasiona pero también nos consume, a los problemas cotidianos, a las tareas del día a día…
Al mismo tiempo, no recibimos prácticamente nada a cambio que pueda equilibrar la balanza. No podemos descansar y relajarnos lo suficiente, no pasamos tiempo de calidad a solas con nosotros mismos y no recibimos suficiente atención, cariño y comprensión de las personas cercanas.
En práctica, es como si solo sacáramos energía de nuestro cajero emocional pero no nos preocupáramos por hacer ingresos periódicos.
En otros casos ese cansancio mental está provocado por demasiados cambios en muy poco tiempo, aunque estos sean positivos. Sin embargo, al ocurrir tan rápido, no podemos gestionarlos y nos sentimos desbordados.
En estos casos, aunque aparentemente tengamos todo lo que deseamos, en nuestra mente tenemos encendido una especie de sensor que nos indica que algo está fallando.
1. Pérdida de energía.
La sensación de agotamiento psicológico suele reflejarse primero a nivel físico, por lo que es normal que te sientas sin energías, incluso apenas te levantas por la mañana, de manera que cuando abres los ojos piensas que no podrás afrontar la jornada.
2. Irritabilidad.
Uno de los síntomas más evidentes del agotamiento psicológico es el nerviosismo, la irritabilidad y la hipersensibilidad ya que pierdes el autocontrol. A la vez, comienzas a interpretar los estímulos como si fueran amenazas, lo cual te lleva a reaccionar poniéndote a la defensiva.
3. Insomnio.
A menudo detrás del agotamiento psicológico se esconden problemas no resueltos, que dan vueltas una y otra vez en tu mente, de manera que no te dejan conciliar un sueño reparador.
4. Anhedonia.
Incapacidad para disfrutar de los pequeños placeres de la vida, las cosas que antes disfrutabas ya no te animan, es como si de repente el mundo hubiera perdido sus colores.
En algunos casos, puedes sentir como si flotaras en una especie de limbo lejano que te distancia de la realidad.
5. Pérdida de la motivación.
Cuando estás extremadamente agotado, simplemente no encuentras la motivación para involucrarte en nuevos proyectos o hacer esas cosas que antes te apasionaban.
Cualquier tarea te parece titánica y desarrollas una profunda apatía hacia el mundo. También suelen aparecer sentimientos de desencanto, desilusión y desesperanza.
6. Fallos de memoria.
La atención es uno de los primeros procesos psicológicos que se afectan cuando estás agotado, lo cual también conduce a despistes frecuentes. Es probable que olvides los recados, que no recuerdes donde dejaste las llaves o que incluso te resulte difícil recordar qué comiste el día anterior.
Esto se debe a que tu mente está demasiado saturada como para seguir procesando y almacenando información a nivel consciente.
7. Lentitud de pensamiento.
El agotamiento psicológico también afecta los procesos cognitivos, por lo que puedes percibir que piensas con mayor lentitud o que te cuesta muchísimo trabajo pensar.
Lo que antes hacías rápidamente, te cuesta mucho más y a veces incluso te resulta difícil darle un sentido lógico a las ideas en la mente o seguirle la pista a un discurso largo.
¿Quiénes son más vulnerables al agotamiento psicológico?
Todos podemos agotarnos psicológicamente, sobre todo cuando atravesamos situaciones de la vida particularmente estresantes, pero existen algunas características de personalidad que nos pueden hacer más vulnerables a ese agotamiento mental.
- Perfeccionismo.
Las personas perfeccionistas, que se exigen mucho a sí mismas, terminan añadiendo un peso extra sobre sus hombros que a la larga representa más estrés.
- Dificultad para delegar.
Las personas que quieren asumir todas las tareas, porque creen que los demás no sabrán hacerlas o no estarán a la altura, son más propensas a sufrir agotamiento psicológico debido a un exceso de responsabilidades.
- Sensibilidad extrema.
Las personas que son muy empáticas e hipersensibles, son más propensas a sufrir un estado de agotamiento emocional debido a que a menudo asumen los problemas de los demás como propios, sin ser capaces de establecer una distancia psicológica de protección.
- Incapacidad para relajarse.
A algunas personas, por las características de su sistema nervioso, les cuesta más relajarse y desconectar que a otras. Es como si su cerebro trabajara a mil revoluciones por minuto constantemente. Sin embargo, a la larga, eso termina pasando factura.
Cada quien debe hallar su propio remedio para el cansancio mental, lo cual significa que debes detectar qué está consumiendo tu energía y enfrentar ese problema, quizá desde una perspectiva diferente.
Recuerda que a veces un cambio de perspectiva basta para cambiarlo todo, sin que nada cambie.
No obstante, he aquí 5 reglas generales que deberías seguir para lidiar con el agotamiento psicológico:
1. Descansa.
Para ser eficaz y productivo, necesitas descansar. En la vida, es fundamental encontrar un equilibrio entre el trabajo y las obligaciones y el tiempo libre y el descanso.
Asegúrate de encontrar el tiempo para relajarte, de manera que se convierta en un hábito cotidiano y puedas prevenir el agotamiento psicológico.
2. Prioriza.
El día tiene 24 horas, aunque quieras no puedes alargarlo. Por tanto, debes aprender a priorizar teniendo en cuenta no solo las cosas que parecen ser urgentes sino también aquellas que más te apasionan y te brindan satisfacción.
Llenar tu jornada con tareas que generan agobio y estrés también causa un profundo cansancio mental, por lo que debes asegurarte de encontrar un equilibrio.
3. Exígete menos.
Sé un poco más realista, no eres un superhombre o una supermujer. A veces no pasa nada si te equivocas, si las cosas no salen perfectas o si las aplazas. Se trata simplemente de que no te añadas una presión innecesaria.
4. Sé compasivo contigo mismo.
Se trata de relacionarte contigo mismo asumiendo una actitud más positiva y compasiva. Consiste en modular el discurso que mantienes contigo brindándote confianza y tranquilidad, en vez de recriminarte y criticarte duramente.
Un discurso que añada más estrés y malestar se convertirá en el combustible que alimente el agotamiento psicológico.
5. Reencuéntrate.
El agotamiento psicológico suele crear a nuestro alrededor una capa compuesta por preocupaciones, presiones, deberes, angustias y autoexigencias que, a la larga, hace que nos olvidemos de nosotros mismos.
Por eso, es importante que encuentres un espacio para estar a solas contigo, unos momentos del día en los que simplemente respires con tranquilidad y conectes con tus necesidades, sueños y anhelos.
Fuente: Rincón de la psicología