"Dispara, yo ya estoy muerto", libro recomendado de Julia Navarro

Dispara, yo ya estoy muerto es una historia llena de historias, una gran novela que esconde muchas novelas y que, desde su enigmático título hasta su inesperado final, alberga más de una sorpresa y emociones a flor de piel.


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«Dispara, yo ya estoy muerto» es la novela más compleja de Julia Navarro. Casi mil páginas que mezclan historia y suspense, drama y política.  
   Esta novela es la más ambiciosa de Julia Navarro: por sus casi mil páginas; por el periodo que abarca, desde finales del siglo XIX hasta 1948 –con una primera incursión en la actualidad–; por las descripciones de ciudades como París, San Petersburgo, Madrid, Varsovia y Jerusalén en tiempos ya lejanos; y por la inmersión en la historia de la formación del Estado sionista israelí, desde los pogromos en Rusia y Polonia, origen del impulso sionista de Theodor Herzl.

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La novela termina de forma dramática; no puede ser de otra manera

   La autora no olvida nada: el nacimiento del panarabismo; los asentamientos de judíos en la Palestina ocupada por los británicos; la formación de las milicias judías, embrión del futuro ejército israelí, y el papel que en ellas –en la Stern, por ejemplo– jugó Ben Gurión, el primer «premier» del Estado de Israel. Todo ello hace que nos encontremos ante una de esas novelas de ambición intensa y de una vocación de totalidad, de un entendimiento de la realidad que se niega a quedarse en las pequeñas cosas, que debe todo a la tradición épica de la novela decimonónica.

Metáfora de un futuro entendimiento

   Ese impulso épico, reflejado en lo histórico, se alía con recursos narrativos mucho más modernos, tomados del mundo de la estética del cine. El resultado, si se hace con talento, es en gran parte irresistible. Y esta novela posee esa cualidad, y con creces, ya que juega con elementos de diversas tradiciones narrativas; la de la literatura de las sagas familiares, sin ir más lejos, con profusión de personajes.

La intensidad se diluye por la extensión épica de la trama

  «Dispara, yo ya estoy muerto» parte de un hecho cotidiano: Marian Miller, cooperante de una ONG, tiene que realizar un informe sobre los asentamientos ilegales de los judíos en territorio palestino. Para efectuar ese informe requiere la opinión de los dos bandos, y es entonces cuando conoce a Ezequiel Zucker, un anciano que posee como precioso legado la memoria de su familia, emigrantes judíos a resultas de los pogromos que, de la Rusia de finales del siglo XIX, les llevaron a París, donde habían ido a vender pieles, y a Jerusalén.
   Entre Ezequiel y Marian, proclive a defender la causa palestina, termina naciendo un diálogo que Julia Navarro quiere que sea metáfora de un futuro entendimiento entre ambas partes. Lo que sucede es que esa metáfora está truncada desde el comienzo y no termina de perfilarse su final. La novela termina de forma dramática; no puede acabar de otra manera, aunque parecen darse ciertas circunstancias que apuntan a la esperanza. En este sentido, «Dispara...» no engaña con espurias argumentaciones.


Los Ziad y los Zucker

   No me es dado contar el final, que desvela toda la trama de la novela, porque pertenece a esa categoría literaria que requiere cierto suspense y sorpresa para atender la atención del lector. Pero ese final, que resuelve las claves de las relaciones, con sus enormes altibajos, entre las familias Zucker, judía, y Ziad, palestina, resulta ser un diagnóstico de la situación política actual en la zona.

    Cuando Ezequiel reconoce en la mujer a la descendiente de los Ziad, pronuncia esta frase: «Me recuerdas tanto a tu abuelo Mohamed… ya ves, la historia de los Ziad y los Zucker no acabó en 1948». En cierta manera, resume un siglo de malentendidos.

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Julia Navarro ha sabido llevar a buen puerto su obra más ambiciosa

   Esta situación tan maravillosamente imaginada por Camus, no está aquí perfilada de forma menos dramática. 

   Todo esto da idea de las dimensiones que Julia Navarro ha querido otorgar a su obra; unas dimensiones en las que el autor parece ser dueño y señor de lo que cuenta, aun sabiendo que ya no es así. En cualquier caso, es lo que cabe desear en una novela de corte histórico como esta, llena de enorme ambición, y que Julia Navarro ha sabido hacer llegar a buen puerto.

Fuente: www.abc.es
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