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La RAE prohíbe el "TODOS Y TODAS"
La Real Academia Española criticó duramente el uso del “todos y todas” que se puso de moda en muchos países, además de cuestionar con ironía el exceso de lo políticamente correcto que pretende doblegar el modo cómo hablan las mayorías por el capricho de unas minorías abusivas.
¿Se dice presidente o presidenta?, ¿por qué hay periodista pero no periodisto? Estas son algunas de las pretensiones del mal llamado lenguaje inclusivo a las que que la RAE pone un alto absoluto.
La Real Academia de la Lengua publicó un libro de estilo de la lengua española panhispánica, que busca poner freno a las modas que desintegran el lenguaje y el entendimiento universal en las redes. Estas normativas van desde las cuestiones gramaticales de género al uso de los emoticones.
A la RAE le sorprendió con desagrado el latiguillo de moda en Latinoamérica, incluso en la Constitución de Venezuela emplean el “venezolanos y venezolanas”, la ex presidente argentina Cristina Fernández siempre usa el “todos y a todas” como arma de demagogia política, y hasta dirigentes políticos de España han llegado al extremo del ridículo hablando de "hijo, hija, hije".
El dictador venezolano hablando de "miembros y miembras" o el polémico presidente actual de Argentina que multiplica sus discursos discriminatorios a mexicanos, bolivianos y brasileros, pero luego emplea el "todes".
El evidente empleo político que busca dividir a una sociedad con la excusa de lo políticamente correcto y de una falsa integración.
A pesar de todo esto, los hispanohablantes no discriminan al usar simplemente el "todos" de forma global para nombrar justamente a...todos, mujeres y hombres. No es necesario ni correcto ser redundantes en discursos vacíos ni tampoco pasar al género femenino el nombre de algunas profesiones.
Un informe de la RAE cuestionó duramente las nuevas modas del lenguaje (mal llamado lenguaje) inclusivo o no sexista, que se impulsa en universidades, sindicatos o partidos políticos buscando la desunión y conflicto en las distintas sociedades y luego sacar provechos partidistas.
El mecanismo es simple pero sigue funcionando gracias a los desprevenidos, se crea un problema donde no lo hay, se crea un "colectivo" al que se convence de que es víctima en el asunto, y luego se dirige a este colectivo para alcanzar sus propios intereses.
Y así sucede con el idioma, aun en uno tan rico como el español donde abundan las posibilidades sin recurrir a desdoblajes o inventar palabras por la fuerza.
Se podría hablar simplemente de "la medicina" o “la ciudadanía” en lugar de “los ciudadanos” si hay una necesidad de diferenciar en grupos integrados por hombres y mujeres. Aunque tampoco es recomendable, pues no es lo mismo.
Y es que en su informe, la RAE explica que, si bien la institución no puede prohibir el uso de esas modas, si puede rechazarlas de plano, porque intentan forzar estructuras lingüísticas impuestas por una minoría, cuando la abrumadora mayoría de los hablantes no las aceptan.
La RAE funciona como un órgano democrático, acepta los usos que da la mayoría de los hablantes o impugna los usos que no son tolerados por las mayorías.
“No hace falta ser muy listo para intuir que decir "la niñez" no es lo mismo que decir "los niños”, recrimina Ignacio Bosque, miembro de la RAE.
Así que la institución le puso freno a este uso artificial de la lengua y también descarta el uso del arroba (tod@s) o la x (todxs) como reemplazante de una vocal. Una ni siquiera es una letra y la otra es impronunciable en esa posición.
Si bien la RAE no desconoce que haya discriminación hacia ciertos sectores de la sociedad en algunos casos, quienes se excusan en ello para deformar el lenguaje parten de premisas verdaderas para llegar a conclusiones falsas. Estas modas no "visibilizan" a las mujeres como dicen, sino más bien todo lo contrario, crean un conflicto innecesario que ubica a la mujer como agente del mismo.
Se compara además con otros idiomas donde hay mucha más discriminación como en los países árabes y no se habla español. O países donde el genérico es femenino como en el alemán, y no hay diferencias palpables entre las sociedades. Por tanto, se culpa al idioma de problemas sociales.
Para peor de los males, este lenguaje que se pretende no sexista, agrava el problema provocando una discriminación a la inversa.
Porque a la vez que se pretende promotora de igualdad, busca imponer una "tiranía ética" de una minoría de la sociedad que se pretende con el derecho de dictar la moral de la mayoría, como juez y verdugo.
De hecho, se olvida que la gran mayoría de las mujeres, supuestas víctimas de este lenguaje discriminador actual, ni se sienten discriminadas, ni ven con agrado esas modas que pretenden imponerles esos grupos descontentos.
Así, esta es solo una moda de propósitos políticos y sectarios que no tenemos por qué aceptar. Si se la avalara estrictamente, sería imposible hablar o entenderse en ningún ámbito.